miércoles, 24 de marzo de 2010

REFLEXIÓN “SÍGSIG NUESTRO PATRIMONIO”



Por: Hugo Astudillo T.


“Guardo la convicción de que todos los pueblos son capaces de adquirir su madurez, así como la experiencia indispensable para el ejercicio de la libertad; mas es preciso que sientan que el camino hacia la libertad pasa por la cultura” (Paul Rivet)




A través de la historia, conocemos que los pueblos alcanzaron su desarrollo y crecimiento gracias al trabajo fructífero de su habitantes, particularmente de aquellos comprometidos con el progreso y cuyo ejemplo de vida debe transmitirse a las nuevas generaciones, para que haya una continuidad y fortalecimiento de los valores culturales, que dan identidad entre el pasado glorioso y un futuro prometedor.
Hoy en día en el contexto de la comunicación planetaria, existe el riesgo de una estandarización de la cultura, sin embargo, para existir, cada persona necesita dar testimonio de su vida diaria, expresar su capacidad creativa y preservar los trazos de su historia. Todo esto se logra a través del patrimonio cultural pues la importancia de éste, deriva fundamentalmente en contribuir a la formación y mantenimiento de la diversidad e identidad de un pueblo
El término patrimonio cultural es más fácil de asimilar toda vez que la idea de patrimonio la entendemos como lo que nos pertenece, teniendo claro esto, el pueblo siente la necesidad de proteger sus bienes culturales como un recurso para afianzar su identidad, es decir el pueblo debe apropiarse de su patrimonio, por eso, la verdadera conservación del patrimonio cultural se produce cuando los sigseños que conforman el pueblo, se acercan a él.
Hoy necesitamos que este espacio emblemático siga vivo y activo, respondiendo a los retos del nuevo siglo, pero también es necesario corregir lo abusos y maltratos al que lo hemos sometido. Es indispensable que el gobierno local defina un modelo único de ciudad, un proyecto de futuro, donde la cultura, el turismo y el patrimonio cultural estén integrados como parte fundamental, y por ende tener una política cultural propia donde se integren todos los sectores culturales. Estamos orgullosos del patrimonio que hemos heredado y sabemos que somos capaces de mantenerlo, restaurarlo y conservarlo. Recuperar los valores tangibles e intangibles de nuestro cantón, es un deber y obligación no solo del gobierno local, sino de un proceso colectivo de construcción ciudadana.
Solo a partir del reconocimiento de lo que fuimos, podremos apoyar un futuro que identifique a Sígsig con su paisaje cultural, su historia y su gente. Es importante considerar que el patrimonio no está sólo constituido por aquellos objetos del pasado que cuentan con un reconocimiento oficial, sino por todo aquello que nos remite a nuestra identidad. Debemos tener presente, además, que mucho de lo que ahora se crea y produce enriquecerá nuestro patrimonio en el futuro, por lo tanto, debemos prestar especial atención a la calidad y sentido de lo contemporáneo.
La búsqueda de la identidad a partir de nuestra propia herencia histórico-cultural nos ayudará a tener una autentica conciencia de lo que somos y a convivir mejor dentro y fuera de nuestro pueblo. Velar para que se respete, conserve y restaure es deber y compromiso de todos.
Recordemos que: los bienes patrimoniales valen por lo que son en sí mismo, y por la información asociada a ellos, cualquier bien del pasado pierde gran parte de su valor si desconocemos de donde procede, cuando fue realizado, o no sabemos que puede significar. Evocar nuestro patrimonio cultural tanto material como inmaterial puede ayudarnos a crear un sentido de lugar.
Si perdemos el legado cultural, es decir nuestra memoria colectiva, no solo perdemos nuestra identidad como cantón, sino que también perdemos nuestro futuro.
Los habitantes tenemos derecho al disfrute y mejoramiento del centro histórico, sitios arqueológicos, zonas naturales, etc. Queremos un cantón diferente que respete las identidades culturales y sociales, el pasado histórico y que permita una vida digna, justa y creativa, que tenga armonía hombre/naturaleza. Queremos un pueblo donde los niños, niñas, jóvenes y adultos mayores tengan una vida digna con libertad, paz y amor.

DOÑA SENAIDA Y SU CONOCIMIENTO EN MEDICINA TRADICIONAL

Por: Alonso Mendoza
Cuando hablamos de medicina tradicional nos referimos a ese patrimonio intangible, entendiéndole a este, como el conjunto de formas de cultura tradicional y popular o folclórica, es decir, las obras colectivas que emanan de una cultura y se basan en la tradición. Estas tradiciones se transiten oralmente o mediante gestos y se modifican con el transcurso del tiempo a través de un proceso de recreación colectiva. Se incluyen en ellas las tradiciones orales, las costumbres, las lenguas, la música, los bailes, los rituales, las fiestas, la medicina tradicional y la farmacopea, las artes culinarias y todas las habilidades especiales relacionadas con los aspectos materiales de la cultura, tales como las herramientas y el hábitat.
Al revisar la recomendación que hace la UNESCO sobre la salvaguardia de la cultura tradicional y popular, destaca la importancia del patrimonio inmaterial no sólo para que cada pueblo, pueda afirmar su identidad cultural, sino además para que el conjunto de la comunidad mantenga su diversidad cultural.
Es así que teniendo en cuenta dicha recomendación nos propusimos realizar una pequeño investigación sobre la medicina tradicional, pues consideramos que todavía existen personas que practican esta actividad en nuestro cantón, tal es el caso de doña Senaida Adelaida Moscoso López oriunda del caserío de Gutún.
Nació el 12 de Noviembre de 1929, hija de Roberto Estanislao Moscoso Brito y de Zoila Cruz Griselda López Segarra, quedando huérfana de padre y madre a los 14 años de edad.
Se dedicó enteramente al servicio de los demás sin importarle su religión y condición social, ella estaba presta para ayudar al que lo necesite.
“En aquellos tiempos, era muy difícil ejercer la medicina, porque corrían el riesgo de ir a la cárcel puesto que tan solo podían currar personas autorizadas” nos comenta doña Senaida.
En su juventud fue muy conocida por personas de todo el país, acudían a ella pidiendo ayuda para sus dolencias, e incluso cuando el caso lo requería ella mismo se dirigía al lugar donde estaba el enfermo, sin impórtale la hora o el lugar, cruzaba ríos y montañas con su inseparable candil de kérex que le mostraba el sendero en las noches obscuras y frías.

En su afán de ayudar a la comunidad ingresó al grupo de Impíricas Rurales Voluntarias, conformada por las antes conocidas comadronas o parteras quienes recibían capacitación en medicina natural y primeros auxilios, siendo las promotoras para que el estado done la primera ambulancia al Hospital San Sebastián del Sígsig.
En su natal caserío de Gutún atendía a todas las personas conocidas y no conocidas, con su conocimiento en plantas medicinales curaba a todos, a excepción de casos graves que tenían que trasladarlos al hospital, cuyo viaje en aquellos tiempos era una odisea porque no había luz, ni tampoco carretera, teniendo que improvisar medios de trasporte como caballos, a hombros, e incluso con camillas construidas de chahuarqueros y frazadas de lana de borrego.
¿Cuánto cobra por su servicio? Al preguntarle esto se ríe y contesta que ella nunca a cobrado valor alguno por su ayuda, le basta el agradecimiento y la voluntad que tengan para ella, pero lo que si pide, es la colaboración para ayudar a los enfermos.
Ahora con el pasar de los años doña Senaida ha ido perdiendo su fuerza física pero no su fuerza de voluntad, cuando ocurre alguna emergencia o tiene que hacer una curación los mismos interesados le visitan en su casa, o en ocasiones, le trasladan en un carro hacia la casa del enfermo.
Mirando la realidad hoy en día, en tiempos de nuestros abuelos existía un equilibrio que se daba en la relación con la alimentación, las divinidades, la naturaleza y la sociedad. Ahora este equilibrio en nosotros los jóvenes se ha roto por la irrupción abrumadora de la cultura occidental, que trastocó los sentidos y las prácticas de ’los abuelos’, proponiendo otro tipo de curación más orientada al uso de químicos.
Doña Senaida un verdadero tesoro humano vivo pues en ella encarnan, en grado máximo, las destrezas y técnicas necesarias para la manifestación de ciertos aspectos de la vida cultural de un pueblo y la perdurabilidad de nuestro patrimonio.
En fin sobran las palabras, y faltan las líneas para plasmar el agradecimiento a todas las personas que hacen de la ayuda al prójimo su forma de vida. Es por eso que, así como doña Senaida hay otras muchas personas que son nuestra fuente de sabiduría y ejemplo para nuestros días de paso en este mundo.
“En África cuando muere un anciano es como si se quemara una biblioteca”

HURGANDO EN EL TIEMPO


Prof. Franklin Zhimnay P.

Cierro mis ojos por un instante
y me siento en la vereda del recuerdo,
a mi vera yacen fantasmas dolientes
que suspiran por aquellas horas idas.
¡Oh mi Sígsig, pueblo indomable!
Calles que embadurnaron mi infancia
con lodo, lluvia fresca y esperanza,
y transitaba entre chasquidos pueblerinos,
perdiéndome en tus calles estrechas.
Ya en mis años de lejana adolescencia,
aplastó tu barro el sórdido asfalto,
y la quimera trovadora se durmió,
abrazada a una guitarra enamorada
que descansa bajo un balcón de antaño.

Nuestros traviesos pasos juveniles,
no dejaron recodo sin conquistar,
escalinatas, teatro, parque, playa,
cada página, diferente historia,
y cada historia, un arcano de gloria.
Aquel olor a tierra húmeda, aún recuerdo,
mezcla de paja y arcilla trabajada,
formaron infinitas paredes de abrigo,
convidando a esbozar una sonrisa
ante tu silueta de gusto colonial.

Fueron tiempos de gozo pleno,
sana convivencia, jolgorio puro;
doquier se tendía la mano amiga
y tropezaba una broma sin saña.
¡Cómo has cambiado pueblo mío!
no en tu esencia, no en tu ser,
tampoco en tu ideal de lucha frontal;
has cambiado en tu sonrisa
que disimula una grave herida,
y aquejas huellas sangrantes;
abiertas por banderas de otro color,
no se si sea por verte florecer,
ojalá este tiempo me de una razón.

Mientras tanto, seguiré esperando,
ya no sentado, sino de pie junto a ti,
te veré crecer y contigo a mis hijos
que te amarán quizá hasta más que yo.
Frasez.