miércoles, 24 de marzo de 2010

DOÑA SENAIDA Y SU CONOCIMIENTO EN MEDICINA TRADICIONAL

Por: Alonso Mendoza
Cuando hablamos de medicina tradicional nos referimos a ese patrimonio intangible, entendiéndole a este, como el conjunto de formas de cultura tradicional y popular o folclórica, es decir, las obras colectivas que emanan de una cultura y se basan en la tradición. Estas tradiciones se transiten oralmente o mediante gestos y se modifican con el transcurso del tiempo a través de un proceso de recreación colectiva. Se incluyen en ellas las tradiciones orales, las costumbres, las lenguas, la música, los bailes, los rituales, las fiestas, la medicina tradicional y la farmacopea, las artes culinarias y todas las habilidades especiales relacionadas con los aspectos materiales de la cultura, tales como las herramientas y el hábitat.
Al revisar la recomendación que hace la UNESCO sobre la salvaguardia de la cultura tradicional y popular, destaca la importancia del patrimonio inmaterial no sólo para que cada pueblo, pueda afirmar su identidad cultural, sino además para que el conjunto de la comunidad mantenga su diversidad cultural.
Es así que teniendo en cuenta dicha recomendación nos propusimos realizar una pequeño investigación sobre la medicina tradicional, pues consideramos que todavía existen personas que practican esta actividad en nuestro cantón, tal es el caso de doña Senaida Adelaida Moscoso López oriunda del caserío de Gutún.
Nació el 12 de Noviembre de 1929, hija de Roberto Estanislao Moscoso Brito y de Zoila Cruz Griselda López Segarra, quedando huérfana de padre y madre a los 14 años de edad.
Se dedicó enteramente al servicio de los demás sin importarle su religión y condición social, ella estaba presta para ayudar al que lo necesite.
“En aquellos tiempos, era muy difícil ejercer la medicina, porque corrían el riesgo de ir a la cárcel puesto que tan solo podían currar personas autorizadas” nos comenta doña Senaida.
En su juventud fue muy conocida por personas de todo el país, acudían a ella pidiendo ayuda para sus dolencias, e incluso cuando el caso lo requería ella mismo se dirigía al lugar donde estaba el enfermo, sin impórtale la hora o el lugar, cruzaba ríos y montañas con su inseparable candil de kérex que le mostraba el sendero en las noches obscuras y frías.

En su afán de ayudar a la comunidad ingresó al grupo de Impíricas Rurales Voluntarias, conformada por las antes conocidas comadronas o parteras quienes recibían capacitación en medicina natural y primeros auxilios, siendo las promotoras para que el estado done la primera ambulancia al Hospital San Sebastián del Sígsig.
En su natal caserío de Gutún atendía a todas las personas conocidas y no conocidas, con su conocimiento en plantas medicinales curaba a todos, a excepción de casos graves que tenían que trasladarlos al hospital, cuyo viaje en aquellos tiempos era una odisea porque no había luz, ni tampoco carretera, teniendo que improvisar medios de trasporte como caballos, a hombros, e incluso con camillas construidas de chahuarqueros y frazadas de lana de borrego.
¿Cuánto cobra por su servicio? Al preguntarle esto se ríe y contesta que ella nunca a cobrado valor alguno por su ayuda, le basta el agradecimiento y la voluntad que tengan para ella, pero lo que si pide, es la colaboración para ayudar a los enfermos.
Ahora con el pasar de los años doña Senaida ha ido perdiendo su fuerza física pero no su fuerza de voluntad, cuando ocurre alguna emergencia o tiene que hacer una curación los mismos interesados le visitan en su casa, o en ocasiones, le trasladan en un carro hacia la casa del enfermo.
Mirando la realidad hoy en día, en tiempos de nuestros abuelos existía un equilibrio que se daba en la relación con la alimentación, las divinidades, la naturaleza y la sociedad. Ahora este equilibrio en nosotros los jóvenes se ha roto por la irrupción abrumadora de la cultura occidental, que trastocó los sentidos y las prácticas de ’los abuelos’, proponiendo otro tipo de curación más orientada al uso de químicos.
Doña Senaida un verdadero tesoro humano vivo pues en ella encarnan, en grado máximo, las destrezas y técnicas necesarias para la manifestación de ciertos aspectos de la vida cultural de un pueblo y la perdurabilidad de nuestro patrimonio.
En fin sobran las palabras, y faltan las líneas para plasmar el agradecimiento a todas las personas que hacen de la ayuda al prójimo su forma de vida. Es por eso que, así como doña Senaida hay otras muchas personas que son nuestra fuente de sabiduría y ejemplo para nuestros días de paso en este mundo.
“En África cuando muere un anciano es como si se quemara una biblioteca”

No hay comentarios: